Diario de nuestro viaje al Chad (martes 01-02-22)
Llegamos al aeropuerto de N’Djamena a medianoche. Después de una parada en Abuha, en Nigeria. Esa parada nos hacía el viaje mucho más largo, pues había que esperar a que un 50% de los pasajeros bajasen del avión para coger otro vuelo hasta costa de Marfil. Varios empleados del aeropuerto estuvieron barriendo y limpiando el interior del avión. En N’Djamena el control COVID hizo mucho más largo la recogida de equipajes. Un cartelito con nuestros nombres a mano nos daba la garantía de que todo estaba bajo control. En dos taxis salimos hacia la casa de acogida en el barrio de Kabalaye. En un cesto a la puerta del despacho de acogida había un manojo de llaves de cada una de nuestras habitaciones. Tenemos ganas de ir a dormir, y también mucho apetito que no se podrá saciar hasta el desayuno de mañana pues la monja encargada del comedor está descansando ya.
02-02-22 (miércoles)
Vincent Dingao del Servicio de Viajes llega a las 8 de la mañana para recoger nuestros pasaportes y llevarlos a la Policía para registrar nuestra entrada en el País. Todos tienen ganas de pasar por un despacho de cambio de moneda para poder hacer frente a los primeros gastos. Nos llegan ofertas diversas para cambiar nuestros euros. Al final algunos de nosotros van en taxi hasta una oficina de cambio y conseguimos un precio mejor de lo que nos habían propuesto hasta ahora (1€ = 680 F CFA). El precio oficial es de 1 € = 655 F CFA
Brahim, el que mañana nos llevará en el coche de alquiler hacia Sarh aparece sonriente para saludarnos: ha estado de viaje todo el día para venir a buscarnos: más de 14 horas seguidas al volante.
La monja encargada de la cocina muestra su sorpresa al pretender ir a comer, pues no habíamos avisado con tiempo. La comida en el restaurante senegalés donde nos ha llevado el taxi de ayer es todo un espectáculo. Nos toca estar un rato de pie entre mesas que poco a poco se van vaciando, servidas por un grupo de jóvenes que continuamente reciben órdenes a gritos de la jefa del restaurante. Un espectáculo pocas veces visto por aquí.
03-02-22 (jueves)
El café con pan rebañado en miel a las 6 de la mañana nos prepara la salida de N’Djamena. Es desde luego un desayuno muy austero. José Mª compró ayer una latas de atún para que la cocinera nos preparase unos bocatas para el camino: ha sido una idea muy buena. Pretendemos llegar a Moundou para hacer noche allí de esta manera dividimos el pesadísimo viaje hasta Sarh en dos etapas. En Guelendeng a 150 km sacamos los bocatas y rodeados de críos de la calle pedimos una bebida refrescante en un garito de la carretera. Los chicos que nos rodeaban no perdían detalle de lo que dejábamos de comer o beber. Uno se ha precipitado sobre un resto de carne asada de mi mesa y ha obtenido una buena reprimenda del jefe del garito al ver que la bebida se había vertido sobre mi pantalón.
A medida que avanzamos hacia el sur, el calor aumenta y Brahim nos enciende el climatizador. El ambiente es muy divertido ya que cada uno cuenta sucesivamente diversas historias que producen grandes carcajadas. El que se lleva la palma en contar historias es José Mª que con su capacidad para caricaturizar situaciones resulta muy divertido.
Atardece cuando llegamos a Moundou, el final de la etapa. En la casa de acogida está solamente el guardián, que nos abre seis habitaciones en las que cada uno nos instalamos. Luego nos enteramos de que la monja directora del centro de acogida estaba en una reunión y se había olvidado de nuestra llegada, comunicada 4 días antes. A toda prisa ha preparado un plato de macarrones, que si hubiesen estado algo más cocidos hubiesen entrado mejor. Teníamos en aquel comedor un frigorífico con puerta de cristal que mostraba todas las apetecidas bebidas de su interior: pero oh desgracia estaba cerrado con un candado. A última hora apareció una chica que abrió el dichoso candado, y una fría cerveza nos recompuso por el largo camino del día.
04-02-22 (viernes)
Cambiamos el programa del día y decidimos salir de madrugada para llegar a Sarh y presentarnos en el despacho de la policía para dejar nuestros nombres en el registro. El jefe árabe que estaba enfundado en un turbante yacía sentado sobre una estera a la sombra de un bello árbol. El escribano, no estaba allí, y manda a alguien que lo vaya a buscar.
Nos devuelven los pasaportes al cabo de un rato y nos piden 20.000 F CFA por el trabajo de copiar algunos datos en un cuaderno.
Como hemos quedado liberados antes de lo previsto hemos decidido salir ya hacia Kyabé ganando un día. Un pinchazo en una rueda nos ha detenido a los pocos kilómetros de salir de Sarh. Lo complicado ha sido el sacar la rueda de repuesto que iba debajo de todas las maletas en lo alto del coche. Ha sido también la ocasión de acostar las costillas sobre el asfalto para colocar el cric. Sin más sobresaltos hemos logrado entrar en el patio de nuestra casa a la 1 de la tarde.
Los compañeros Emile y Charles nos esperaban con la mesa preparada. La cocinera Esther nos había preparado un buen guiso de pollo
Un grupo de cinco mujeres amigas se presenta en casa para saludar y expresar su alegría de verme de nuevo en Kyabé. Yo les confieso que cuando salí de Kyabé hace 7 meses y medio, tenía mis grandes dudas de si podría volver algún día. Hoy me siento feliz por estar de nuevo aquí.
05-02-22 (sábado)
La mañana me resulta un tanto caótica, pues la situación me hace ser referencia obligada para los recién llegados, para informaciones diversas sobre la casa y para empezar a hacer planes para los próximos días. Veo a Emile muy feliz liderando la animada conversación en la mesa gracias al conocimiento del castellano. Lo cual tiene la contrapartida del peligro de no integrar a los de la casa en la conversación. Veremos cómo lo vamos resolviendo.
Comienzan a salir las pequeñas averías en cada una de las habitaciones que damos a los viajeros. La ducha que no va, una puerta que atasca su cerradura e impide entrar para abrir la maleta, las baterías poco cargadas y falta de agua corriente abundante etc.
La llegada de tantos huéspedes ha supuesto un pequeño problema para acoger en casa a todos los viajeros. Carlos Barba ha sido uno de los que ha ocupado una de las habitaciones en la casa de las monjas que está de momento deshabitada. Esperamos la llegada de Virgilio Marco, una situación que nos ha preocupado mucho durante el viaje, porque se había tenido que quedar en Barcelona por haber extraviado su mochila en el viaje en tren hasta el aeropuerto. Allí tenía todos sus documentos personales, entre ellos su pasaporte y el visado que se había sacado en París. Ha sido una situación muy dura para él, pero también para todos nosotros. Está haciéndose un nuevo pasaporte, y también deberá hacerse de nuevo un visado. Esperamos poder acogerlo dentro de una semana en Kyabé.
Aparece un antiguo compañero de la diócesis de Sarh que está haciendo una experiencia de vida en Boum Kabir. Le interesa sobre todo, aprender el árabe que habla la gente de allí. Lleva ya unos meses por allí y tiene mil historias para contar. Una cesta de mangos que alguien ha dejado sobre la mesa del comedor va vaciándose mientras habla. Se está poniendo morado. Me dice “Es que yo cuando como mangos no sé cuándo voy a acabar”
06-02-22 (domingo)
Hoy era el primer día en que tenía un encuentro masivo con la gente de la parroquia. Tenía claro que me tenía que presentar con el bastón en la mano, que es lo que normalmente voy a llevar en mis paseos. Destaco una primera impresión en la cara de las personas que me ven con bastón: sorpresa, alegría y mucho cariño.
La celebración dominical ha sido presidida por Emile. Yo estaba de segundón. Era para mí, todo un símbolo de lo que me toca vivir, dejar ya el sitio a otros. Estaban presentes en medio de la gente los 4 viajeros. Emile los ha presentado al final del acto, y la gente ha reaccionado con un aplauso cerrado.
07-02-22 (lunes)
Comienza en serio la instalación de la estructura que sostendrá las placas solares que darán energía en el nuevo instituto. Miguel y Carlos se han arremangado y con ayuda de algunos jóvenes están atornillando las viguetas de hierro que se apoyan sobre los bloques de hormigón perfectamente alineados y plantados en el suelo por Olivier el maestro de obras. Cuando esté toda la estructura levantada, será necesario dar una capa o dos de pintura para su mejor conservación.
Por otro lado, José Mª ya ha puesto en marcha el tractor Ebro con la picadora acoplada para comenzar la preparación de los campos de Tatemoë para el próximo año. Esta pesada herramienta tiene la función de cortar y machacar la hierba de la campaña anterior, que en lugar de quemarse como se hace siempre en la tradición local, se devuelve al campo completamente machacada y con la función de ser un nuevo abono para el año siguiente. Después de unas horas de arrastrar la picadora ha regresado a casa con el mismo tractor.
08-02-22 (dimarts)
Una zanja se está abriendo a lo largo de nuestro patio: no tenemos agua porque el viejo tubo de hierro enterrado durante muchos años en el suelo del patio ha dicho basta y el agua no llega a la mitad de las habitaciones. Hemos aplicado una solución de urgencia: cambiar el tubo, comprando en Sarh los metros calculados con la cinta métrica de casa. Mañana nos mandan el nuevo material solicitado.
Los de la estructura para las placas solares del nuevo instituto se quejan de que el jefe de obra Miguel Ángel les ha dicho ahora que están acabando la costosa segunda mano de pintura que tal vez sería bueno darle una tercera. Alguno ha dicho que esto es como la vacuna anti-covid, que “proponen a todos la tercera vacuna”, y con dos manos ya tiene suficiente protección.
En Tatemoë tenemos reunión con Jean Ngabó y los otros dos contratados, para explicarles el nuevo programa de este año, en el que se suspende de momento la función formativa para dedicar el año a un trabajo intensivo y exclusivo de agricultura, con idea de hacer balance l final del mismo y ver lo que las tierras de Tatemoë pueden aportar al autofinanciamiento de Formación de dicho Centro y como apoyo económico para otros proyectos en los que trabajamos gracias a la ayuda exterior.
Manolo (enviado especial)