Pasadas unas semanas desde el retorno, Tomás Fortuny nos hace una crónica del viaje y estancia en Kyabé durante el mes de febrero de 2.022. También del regreso a España el 6 de marzo. Manolo ha querido permanecer en Tchad hasta el 13 mayo, después de 7 meses de ausencia de Kyabé. Tomás Fortuny es hermano de Manolo y también es el arquitecto que ha proyectado y sigue proyectando las obras del Lycée de Kyabé, además de realizar otras muchas tareas de coordinación y asesoramiento en el proyecto KYABÉ AVANZA.
El viaje
El viaje hasta Kyabé fue largo y muy pesado. Debíamos ser 6 personas, pero Virgilio perdió su pasaporte visado el día anterior a la partida y hubo de retrasar su salida dos semanas; el tiempo necesario para pedir nuevo pasaporte, nuevo visado y hacer el viaje él solo hasta Ndjamena y después en autobús hasta Sarh. Fueron unos días en los que todos lo pasamos mal, especialmente él, que lo sufrió directamente.
Para llegar a Ndjamena algunos hubimos de coger tres aviones, el primero con salida de Palma a las 7. Nos reunimos todos en Barcelona para hacer el trayecto Barcelona – París -Ndjamena con escala en Abuja (Nigeria) y llegar al Tchad a las 12 de la noche. Controles en el aeropuerto, test covid, etc. Finalmente, dos taxis que nos esperaban, nos llevaron al Centre d’Accueil de Kabalaye que es regentado por unas monjas, allí llegamos a la 1 de la madrugada.
El día siguiente, hubimos de pasar por el Service Voyage de la Conferencia Episcopal Tchadiana, para que nos tramitaran los documentos ante la policía. Había que comprobar los pasaportes y los visados y pagar la correspondiente tasa. Más tarde cambiamos moneda y adquirimos las correspondientes tarjetas para los teléfonos móviles personales y para la instalación fotovoltaica, cuyo control y monitorización por Internet requiere una conexión a la red.
El viaje hasta Kyabé lo había planificado Manolo con su amigo Brahim, el cual nos vino a buscar en un coche que había alquilado. Lo realizamos en dos etapas, la primera de 10 horas, para dormir la primera noche en Moundou, en otro “centre d’accueil” de las monjas; al día siguiente hasta Sarh (7 horas). Allí hubo que volver a pasar por la policía de la región (para pagar la tasa correspondiente). Finalmente llegamos a Kyabé a las 2 de la tarde. Una vez en Kyabé, muy cansados, y con pinchazo de rueda incluida a 50 km. de nuestra meta, comimos, y descargamos maletas en nuestras habitaciones.
La tarde del viernes, día 4, realizamos una primera visita al Instituto para hacer una primera comprobación del material, y de las obras preparatorias que había realizado Olivié, el constructor chadiano. El sábado todos a trabajar.
La Residencia en Kyabé
En primer lugar, esta estancia en Kyabé durante un mes ha confirmado que fue acertada la decisión de acompañar a Manolo a Kyabé. Aunque su estado psíquico, de moral y de voluntad estaba en plenitud, físicamente necesitaba de ayudas para realizar un viaje tan largo y con tantas etapas, transbordos y gestiones.
Manolo ha recuperado, la ilusión y la energía; ha desaparecido la cara de depresión que tenía en Palma, a pesar de que su movilidad no es la deseada. Pero con su palo de Nordik, y sus andares rozando las suelas del zapato por el suelo, va moviéndose dentro de la residencia, y concelebra la misa de los domingos con Emile. Casi todos los días realiza una caminata por la carretera hasta el mercado, y algún día va hasta el Instituto, que está a un Km y medio.
Aparte de los temas de salud y limitada movilidad, la figura de Manolo es respetada tanto por los compañeros jesuitas de su comunidad parroquial, como por los miles de personas que componen la feligresía de la parroquia y de cuantos habitantes de Kyabé han tenido relación con él a lo largo de las últimas décadas. Su persona tiene, por tanto, la capacidad de convocar a los miembros de la comunidad e intentar coordinar un programa consensuado.
Por lo que se refiere a la coordinación y el trabajo colectivo de la comunidad de jesuitas, se ha notado la ausencia de Manolo durante los últimos siete meses. Ahora, Manolo va recuperando la información necesaria y está completando su puesta al día para mantener la coordinación y reforzar el equipo que deberá continuar.
Cuando llegamos, nos encontramos de nuevo acogidos por los miembros de la comunidad. Enseguida pudimos apreciar que las instalaciones necesitan mejoras y mantenimiento. La residencia necesita un repaso general si la comunidad y quienes la visitan deben seguir residiendo allí. También es necesario contratar a personal responsable de la limpieza, y el mantenimiento, de forma continuada.
Si esta residencia debe ser el centro del equipo que gestionará el proyecto, necesita una remodelación y puesta a punto cuyos costes no son excesivamente elevados. De ese modo, tanto la comunidad como los cooperantes que deban participar en el proyecto que se quiere impulsar, dispondrán de condiciones de vida adecuadas. También así se asegura un futuro a todas las infraestructuras creadas con gran esfuerzo durante los últimos 50 años. Unas infraestructuras que también necesitan ser actualizadas y renovadas para su persistencia.
En escritos aparte y de manera concreta, iremos describiendo, cada uno de los Centros integrados en la Parroquia de Kyabé y algunos de los trabajos realizados durante este mes por parte de los técnicos. De esa manera se complementará el documento gráfico elaborado por Miquel Grífol publicado recientemente en esta web.
El viaje de vuelta, tras un mes de estancia en Kyabé, fue en coche de alquiler algo más cómodo. No obstante, resultó también pesado por su duración, desde las 6 de la mañana hasta las 7 de la tarde, y por el estado de las carreteras que, en algunos puntos, tienen más socavones y baches que espacios asfaltados. Eso y los continuos pasos elevados que se encuentran al atravesar las numerosas poblaciones que se hallan a lo largo del trayecto, hace que la duración y la comodidad del viaje sean bastante penosas.
Todos los técnicos de la expedición, ya jubilados, y en edades superiores a los 65 años, estamos satisfechos por la labor realizada, pero hemos manifestado la necesidad de buscar alternativas al desplazamiento desde N’djamena a Kyabé. Hasta hace unos meses ha funcionado un vuelo desde la capital hasta Sarh que acortaba la duración del viaje y evitaba las penalidades del viaje por carretera. El viaje en autobús de línea dura entre 15 y 17 horas, según el número de viajeros y el estado físico de los conductores, y las incomodidades derivadas del estado de las carreteras son muy grandes. De no restablecerse el vuelo regular que ha funcionado en tiempos anteriores, hay que buscar otras alternativas. De hecho, hay un par de avionetas, una de la Misión protestante y otra del PAM, (Programa de Alimentación Mundial), que realizan viajes de ayuda humanitaria y suelen tener plazas sobrantes para cooperantes médicos o de ONGs.
En cualquier caso, el proyecto de KYABÉ AVANZA siempre merecerá la pena y el esfuerzo.
Tomás Fortuny Salas.